A 40 de años de la catástrofe de Yungay, y habiendo sobrevivido a varios desastres naturales y algunos antrópicos en el Perú, nos preguntamos cuál es nuestra actitud frente a los riesgos constantes, amenazas y vulnerabilidad de nuestra vida diaria en casa, el trabajo y lugares que frecuentamos? Más aún siendo Personal de Salud, qué preparación tenemos y cuánta seguridad nos brinda nuestro centro de trabajo para seguir desempeñando a cabalidad nuestra labor aún en situaciones de emergencia o desastre?
Para quienes enfrentamos la vida y la muerte a diario en la copada Emergencia del más grande hospital de Sudamérica es un reto muy difícil de afrontar, aún conociendo la teoría y desenlace esperado de los eventos adversos y la alta disfunción que conllevan. La responsabilidad de prepararnos, conocer nuestros principales riesgos locales, practicar los ejercicios de simulación y simulacros de evacuación, equiparnos suficiente y adecuadamente , y contar con un plan de contingencia externa es una misión obligada no sólo del personal operativo sino también de las altos decisores, en quienes también recae la responsabilidad moral, social y legal de las acciones que se tomen antes , durante y después de un evento adverso. Si bien nuestro querido hospital Rebagliati fue construido con tecnología de punta en su época, y será - Dios mediante- uno de los hospitales que permanezca en pie en Lima y soporte la gran afluencia de victimas y afectados en un desastre, es necesario reconocer nuestra vulnerabilidad funcional, de organización , no estructural y probablemente de estructuras por múltiples modificaciones realizadas.
Aún estamos a tiempo de tomar una actitud más proactiva y responsable al respecto. Organicemos nuestros procesos y nuestro actuar diario como equipo de salud desde la puerta hasta la más complicada intervención, - no somos feudos aislados de tratamiento de pacientes-. La gran mayoría de pacientes del Rebagliati requieren manejo complejo, integrado pero oportuno, más ayuda al diagnóstico, medicamentos y terapias especiales desde el manejo inicial. Como decían nuestros queridos maestros: tiempo es músculo, cerebro, riñón…. las unidades funcionales de manejo conjunto son una gran posibilidad para un hospital tan demandado por los usuarios. Seamos eficientes y oportunos. Deleguemos los casos más sencillos a hospitales con posibilidad de resolverlos.
Por otro lado la institución debe invertir en SEGURIDAD, es la prioridad. De nada sirve tener el mejor equipo si no contamos con la seguridad de su instalación en la infraestructura, mantenimiento, y control de resultados. Verifiquemos nuestras estructuras, no cedamos más áreas libres de expansión -para la contingencia- a otras edificaciones que deberían estar fuera de ellas, descentralicemos las atenciones-hospitalizaciones que no correspondan al nivel IV. Probablemente la inversión en seguridad no sea tangible ahora ni aplaudida por los políticos sino hasta que ocurra el próximo desastre y evitemos nuestras propias perdidas de vidas y danos materiales.
El sinceramiento de nuestras capacidades y el afrontar los retos de mejoras es obligación de todos. Luego podremos hablar de contingencias y desastres.